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Historia y Cultura / Textile Fragments

Los fragmentos andinos textiles

La tradición textil en el Perú es de al menos 3.000 años de antigüedad y mucho antes de los incas, los textiles eran culturalmente y económicamente más valioso que el oro o la plata.

Reciprocidad y alianzas se basan en fichas textiles.

Los tejidos más finos fueron hechos con lana de alpaca combinado con plumas, chaquiras (cuentas de hueso y spondillus), placas de oro y plata, y de pelos finos de murciélagos y vizcachas (un gran roedor andino), y el cabello a veces incluso humana. Este finos textiles fueron llamados Cumbi o Cumbe y estaban reservadas al uso de reyes y sacerdotes.

Artesanos andinos han heredado esta tecnología milenaria para producir hilos de alpaca cuya finura extrema puede ser comparado con el de cabello humano. Tales eran los textiles y algunos todavía se hacen tradicionalmente para producir llicllas o mantas que tienen un doble propósito: son ligeros pero cálido y son extraordinariamente fuertes para llevar cargas en las espaldas de llamas.

Los textiles tradicionales de alpaca duran para siempre porque el hilo de pelo de alpaca muy fino se teje en el telar con sólo un hilo y es extremadamente retorcida para soportar grandes tensiones.

El valor Andino de textiles está todavía en vigor, cuando un campesino da un viejo o buena manta de alpaca con alguien, la suya es una muestra de amor y gratitud profunda, fruto de largas horas, dura trabajadas para la fabricación de una pieza de valor incalculable de arte. Pero debido a la finura de estas mantas, se requieren grandes cantidades de fibra de alpaca, y el largo tiempo invertido en hacer que el hilo es rara vez valorados por los compradores de textiles.

Por lo tanto, los campesinos que han heredado sus tejidos fuertes, hermosas y eternas de sus antepasados no encuentran compradores dispuestos a pagar su valor real. Muy por el contrario, en vista de su desesperada necesidad de dinero, que ahora están vendiendo estas preciosas reliquias a intermediarios sin escrúpulos que los cortan en trozos pequeños para decorar bolsos, carteras, y chalecos, tal como sucedió con los Rollos del Mar Muerto.

Si a los artesanos hábiles andinos se les ofrecieran un precio justo por un producto tan fino y de larga duración, estamos convencidos de que un paso más importante habría sido tomada para recuperar tecnologías milenarias y mejorar las condiciones de vida de los productores. Si, por el contrario, los mercados internacionales y solidarias siguen exigiendo textiles fragmentados en modernos productos sujetos a efímeras modas, los pocos restos existentes de ese arte se habrán perdido para siempre y también lo hará la extraordinaria tecnología que sólo los ancianos saben ahora.